Santa Rosa De Lima

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Orden De Los Pobres Caballeros De Cristo

Orden De Los Pobres Caballeros De Cristo
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domingo, 29 de marzo de 2009

Nicolás Guillén


Nicolás Guillén, poeta cubano nacido en Camaguey en 1902, muerto en 1989, es considerado el Poeta de Cuba. Recibió el Premio Lenin de la Paz en 1954; es reconocida su militancia política en el partico revolucionario comunista cubano y su filiación a la ideología marxista-leninista, sustentada en los hechos previos y siguientes a la Revolución Cubana que se instauró en la isla después de la caída de Batista. Se relacionó con los poetas más importantes de la época, Antonio Machado, Pablo Neruda, nuestro compatriota César Vallejo, León Felipe el poeta de la angustiosa fe, Octavio Paz el genial premio Nobel mexicano, entre otros.
Escribe el poemario Cerebro y Corazón, en 1922 que es recogido en sus Obras Completas (1972) de donde copiamos su poema El Mal del Siglo. En este poema el autor se queja con amargura de la condición del hombre de principios del siglo XX. Se dirige a nuestro Señor, a Él pregunta, pide, convoca, a Él que en Salmo Lírico llama Mariposa santa, Lirio de esperanza:

¡Cristo, Cristo, Cristo mariposa santa
que posó su planta,
derramando aromas, en el Bien y el Mal!

Lirio de esperanza, ¡qué poco viviste!
Cristo, Cristo, Cristo, mariposa triste,
¡qué pronto te fuiste,
mariposa austral!


Meditemos sobre la condición del hombre que se aleja del reconocimiento del Prójimo. Que lo objetiva hasta despojarlo de su intrínseco e inalienable valor de hijo de Dios. Cuando hacemos del prójimo un instrumento, no hay posibilidad de encuentro, ni diálogo, lo humano se apoca, en algunos casos hasta desaparecer. Estas fueron las condiciones sociales, en las que una economía que sólo reconocía y servía a unos pocos, las que llevaron a muchos pensadores de principios del siglo pasado a abrazar un socialismo la mayoría de la veces ateo, pero no lo suficiente para borrar el sentimiento de trascendencia, de Dios. Dostoievsky dejó la idea que no existen socialistas cristianos, sino cristianos socialistas, para subrayar la preeminencia de la fe cristiana en la responsabilidad social. Evdokimov (Dostoievsky et le Probleme du Mal, DDB, 1978) recuerda la postura existencial en Los Hermanos Karamasov, “yo amo…yo existo”, el hombre más que homo sapiens u homo faber sería un homo amans…nos recuerda las palabras del apóstol Pablo cuando señala al amor como la esencia del hombre…nada vale en absoluto, no importa lo grande que sea, si no tiene en su esencia el amor. Guillen deja sentir amor en sus poemas, un amor al hombre, un acercamiento tímido a Dios, tal vez negado en sus actos políticos o en su postura literaria, pero, al parecer, vivo en su corazón. ¿Podría ser de otro modo en quien amó al prójimo?
Leamos a Guillen:

EL MAL DEL SIGLO
Cerebro y Corazón, 1922

Señor, Señor, ¿por qué odiarán los hombres
al que lucha, al que suena y al que canta?
¿Qué puede un cisne dulce
guardar sino ternuras en el alma?
¡cuán doloroso es ver que cada ensayo,
para volar, provoca una pedrada,
un insulto mordaz, una calumnia!...
¿por qué será la Humanidad tan mala?

¿Por qué junto al camino de la Gloria
siempre la Envidia pálida
acecha el paso del romero cándido
y le lanza su flecha envenenada?
Almas que se revuelcan en el lodo
¿por qué serán las almas
que siempre han de manchar las vestiduras
de aquel que lleva vestiduras blancas?

¡Cómo castiga el mundo
al que nació con alas
y suena con la luz del Infinito
desde las lobregueces de la jaula!

Este siglo egoísta
nunca ha sabido de quimeras cándidas,
ni de ilusiones, ni de empenos nobles:
este siglo se arrastra.

Estos hombres de ahora sólo piensan
en el oro, que enfanga
todas las limpideces de la vida
y todas las alburas de las almas.
Señor, ya nadie suena;
Señor, ya nadie canta.

Los caballeros de este siglo buscan
la oscuridad de arteras emboscadas
y en sus noches sin gloria jamás viven
su fina aristocracia,
y el eco de una lira,
el amor de una dama
y el brillo, ante el asombro de la luna,
del acero atrevido de una espada…

Y manos que se esconden en la sombra
son las manos que clavan
el puñal de imprevistas cobardías

Y traiciones satánica
sobre todos los pechos sin amparo
y todas las espaldas.

Yo no puedo vivir en este siglo
sin cerebro y sin alma.
Señor, Señor: yo soy águila o cisne:
dame una cumbre altiva, como el águila,
para olvidar en ella
mi lírica nostalgia,
o igual que al cisne, dame
como suprema gracia,
un lago silencioso y solitario,
de ondas azules y de espumas blancas.

Hermanas y hermanos, espero os haya gustado. Hasta la próxima.
Fr.+ R. de Vitry

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